El sueño del guerrero

El sueño del guerrero es un relato sobre los avatares de la guerra de independencia cubana, escrito por Máximo Gómez, uno de sus principales protagonistas.
La obra literaria de Máximo Gómez permanece desconocida para la mayoría, pues ha sido su faceta militar la más divulgada. Su trayectoria literaria, desigual y dilatada, fruto del trabajo de varias décadas y ardiente vocación. Escribió un Diario de campaña, varios centenares de cartas, proclamas, discursos, artículos, relatos y el esbozo de varias piezas teatrales.
Máximo Gómez, fue un dirigente militar de los independentistas cubanos. Destinado a la carrera eclesiástica, Gómez cambió la sotana por las armas al producirse la invasión de Santo Domingo por Haití, en 1855.
En 1865 pasó a Cuba y se unió al movimiento nacionalista contra la dominación colonial española. Cuando estalló la primera guerra por la independencia cubana, la Guerra de los Diez Años (1868-78), Gómez luchó junto a Carlos Manuel de Céspedes. Ascendio hasta obtener el mando de las fuerzas de la provincia de Oriente, gracias a su experiencia militar.
Durante las Guerras de Independencia cubanas, Máximo Gómez fue el indiscutible general en jefe del ejército libertador («el generalísimo», como lo llamaban), y puso de manifiesto sus grandes dotes militares.

Máximo Gómez Báez (Baní, 18 de noviembre de 1836-La Habana, Cuba, 17 de junio de 1905). República Dominicana.
Nació en Baní, provincia de Peravia y muy joven combatió las invasiones haitianas de Faustine Soulouque y a las tropas anexionistas en la Guerra de Restauración Dominicana (1861-1865).
Más tarde Gómez fue a Cuba como oficial de caballería del ejército español. Pero la esclavitud de los negros y los desmanes de los funcionarios coloniales contra los criollos provocaron cambios profundos en sus opiniones políticas. Durante el alzamiento independentista del 10 de octubre de 1868, Gómez se unió a sus fuerzas con el grado de sargento. El 4 de noviembre, sus tropas dieron la primera carga al machete de la Guerra de los Diez Años. El uso del machete como arma de guerra, su particular esgrima y más tarde la carga de caballería con el machete, fueron los primeros legados tácticos de Gómez a la guerra de independencia cubana.
Durante los primeros meses de la llamada Guerra Grande, Gómez se desempeñó en el departamento de Oriente, en el que pronto alcanzó el grado de mayor general.
Tras sus victorias en Camagüey, que los independentistas controlaban, a excepción de las ciudades de Puerto Príncipe, Florida y Nuevitas, Gómez fue enviado a organizar las anárquicas tropas de Las Villas, más al Oeste, para invadir el occidente de la isla, donde estaba la capital del país, y la base económica del régimen colonial: los ingenios azucareros más productivos, el tabaco y los frutales. Sin embargo, la indisciplina reinante entre las fuerzas insurrectas de las Villas abortó la invasión, y Gómez regresó a Camagüey.
Tras el breve gobierno del presidente de la República de Cuba en Armas, Juan Bautista Spottorno, Gómez aplicó con toda severidad el decreto que llevaba su apellido (decreto Spottorno), de aplicar la pena de muerte a todo militar cubano que hiciese proposiciones de paz que excluyesen la independencia de Cuba. Cuando a finales de 1877 comenzó la astuta campaña pacificadora del general español Arsenio Martínez Campos, Gómez no aceptó la paz, pero sí una tregua que permitiera a los mambises una reorganización de las tropas algo desanimadas, la estructura del gobierno y la pirámide de mandos, en particular de las relaciones entre el gobierno "civil" y los mandos militares. Al ser derogado por la Cámara de Representantes el decreto Spottorno, un grupo no despreciable de oficiales intermedios del Ejército Libertador comenzó a presentarse a las autoridades españolas, acogiéndose al Bando emitido por Martínez Campos de "amnistía y reconciliación". Muchos de ellos, algunos incluso sobornados por los españoles, quisieron depositar en Gómez la iniciativa de tales actos, tergiversando de esa forma su verdadera actitud.